Hace un par de años, coincidiendo con el XXX aniversario del derribo del Scalextric, me planteé organizar una exposición alrededor de este, tomando como eje central una de las icónicas fotografías de Víctor de las Heras en la que retrató a Siniestro Total a los pies de esta estructura. El proyecto, como tantos otros, quedó olvidado en un cajón hasta hoy.
La culpa de que haya salido de nuevo a la luz la tiene Juan Carlos Argüello, Muelle, pionero del graffiti en España. Ante la necesidad de poner en valor su legado, ligado a Vigo por la huella que dejó en la ciudad, comencé a investigar una posible relación entre su presencia en la urbe y el desarrollo del graffiti vigués.
Es entonces cuando entra en contacto conmigo el periodista Xesús Fraga y me cuenta una sorprendente historia protagonizada por Carlos Portela, a quien muchos recordaremos por haber encarnado al Doutor TNT en el Xabarín Club de la TVG. Al parecer, a comienzos de la década de los 80, Portela deja su impronta a modo de protograffiti de influencia neoyorquina en uno de los pilares del Scalextric. Según su testimonio, escribe BEAT, inspirado por el vídeo de la canción Buffalo Gals de Malcom McLaren. Años después, coincidencia o no, Bromea o qué? publican Urzaiz Street Beat, tema en el hacen referencia al ya desaparecido mamotreto.
La crónica del Scalextric es la de una historia traumática, que afectó a varios niveles a la sociedad de la ciudad de Vigo. Se trata de un relato que sirve para hablar de lo que estuvo y ya no está, pero que, a día de hoy todavía permanece entre nosotros, como una marca latente e imperecedera. Freud pone como ejemplo a la ciudad de Roma en su obra El malestar en la cultura, relacionándola con el principio de conservación y con la huella imborrable de lo que en algún momento fue y sigue siendo parte de algo. Allá donde se alzaban unos pilares, ahora no queda más que tráfico y asfalto.
¿Es posible que unas cuantas toneladas de hormigón, reducidas a polvo y escombros hace casi cuatro décadas, hayan condicionado de semejante manera a toda la urbe? La densa y alargada sombra de la mole, en la que se inspira la propuesta de Laura Cochón, marcó el día a día de aquellos que residían, transitaban y trasnochaban alrededor del cruce de Gran Vía y Urzaiz. Sin querer marcó también la realidad de muchos de los que vinieron detrás, cuando el monstruo ya se había marchado. Porque el Scalextric fue paraguas, patio de recreo, escaparate, altavoz y pesadilla. Sin duda, el escenario ideal para fotografías como la que Victor de las Heras tomó a Siniestro Total.
En aquel entonces plantábamos árboles y derribábamos obstáculos infranqueables, no sin antes someterlos por medio de intervenciones de lo más diverso: en Berlín fueron murales, en Vigo carteles y pancartas. Es por ello que el Scalextric sirvió de aglutinante para diversas agrupaciones que, con mayor o menor grado de implicación, hicieron de su existencia parte de su razón de ser.
En 1986, año de su despedida, España entraba en la Comunidad Económica Europea, sumida en plena reconversión industrial. Resultaron claves en esta historia el movimiento vecinal de una zona eminentemente burguesa, la clase obrera con sus manifestaciones y proclamas, y una multidisciplinar farándula en la que podemos encuadrar a Sardiña, clasificada bajo la reduccionista -e injusta- etiqueta de Movida.
Scalextric Sí nos ofrece múltiples visiones de un momento que pudo ser vivido, apenas recordado o directamente fabulado. Un collage al uso del que nos ofrece Sara Piñeiro, compuesto de imágenes que el boca a boca trajo hasta nuestros días, quizá aderezadas por los excesos o distorsionadas por la nostalgia. También hay un lugar entre las propuestas para los daños colaterales y las referencias a diversas problemáticas recientes, a las que apuntan artistas como Srta. Doti o Ignacio Pérez-Jofre.
En la memoria colectiva no queda el rostro de los vecinos de la calle Lepanto, pero sí sus reivindicaciones, que generaron un gran impacto en la ciudadanía y en la clase dirigente. Los tiempos han cambiado, y sabemos que algo no funciona del todo bien en el momento en el que repetimos errores del pasado y olvidamos los aciertos, sumidos en la dinámica de “embellecer” y “humanizar” desde el corporativismo despótico.
Sirva esta exposición para reivindicar el recuerdo de un elemento que cambió la fisonomía de una parte del entramado urbano vigués, pero también su cultura y su modo de hacer.
*Este texto forma parte del fanzine-catálogo de Scalextric Sí, exposición que tuvo lugar en F**k This Studio, Vigo, del 22 al 24 de enero de 2021.