La densidad y las fuerzas son las responsables de que algo se mantenga a flote en un fluido, o en otras palabras, de que no se hunda. Sin embargo, no siempre es necesario un medio líquido para sucumbir al proceso de inmersión: podemos sumergirnos en tareas apasionantes, pero también en pensamientos obsesivos y dinámicas autodestructivas.
De esto trata Positive (Sinking), una propuesta que no es una instalación, una performance, una pieza musical, una ilustración, una pintura... sino todo esto a la vez, y más. También forma parte de ella el público que la observa, escucha, rodea, analiza, siente... y aquellas personas que forman parte del proceso de diseño, construcción y degradación.
Vivimos en un momento en el que el medio líquido traspasa la frontera de lo físico para calar en lo social. Flotamos, y de cuando en vez, nos hundimos. Con suerte, tocamos fondo. Con más suerte todavía, conseguimos salir de nuevo a flote, o al menos ser localizados por alguna expedición que pretenda inspeccionar nuestro pecio y rescatar algo a modo de trofeo o testimonio.
Es más sencillo naufragar si navegamos sin rumbo. De todos modos, este no asegura en ningún caso llegar a buen puerto. Así nos ocurre como artistas, pero todavía más como humanos. Podemos encallar en cualquier momento y perder la flotabilidad, dejando atrás la superficie. Y qué difícil es alcanzarla de nuevo, sometidos a la descomunal presión de las profundidades.
"Piensa en positivo". "Todo tiene solución". "Seguro que saldrá bien". "Lo que visualizas, lo atraes". Prefiero la filosofía de Siniestro Total invitando a los pueblos del mundo a la extinción: "sonríe cuando te vayas a fosilizar, que no piensen luego que lo has pasado mal".